El tiempo
me consumía, oía la lluvia caer desde mi cama, las pisadas en la planta de
arriba y dentro de mí, este agobio, este vacío y ese recuerdo vago de tu
llegada con ese paraguas tuyo, de tu risa entre las sábanas y el calor de tu
cuerpo sobre el mío, de nuestras pieles ardiendo, de tu pene golpeando mi
sexo. De orgasmos interminables. De repetir. De no dejar de disfrutar de nuestros sexos ardientes, de no dejar de jadear. De respiraciones entrecortadas. Y ahora en esta habitación, antes llena de gemidos solo queda silencio y
frío.
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